se convirtió este martes en el primer finalista de la Uefa Champions League. Perdió 2-1 el duelo de vuelta de las sefiminales, ante el Bayern Múnich y, con el triunfo 1-0 en la ida, le alcanzó para ganarse un lugar en Milán, donde disputará el encuentro definitivo del certamen de clubes más importante del mundo.Había que sufrir, y se sufrió. Había que aguantar, y se aguantó. Había que pasar, y el Atlético está en su tercera final de Copa de Europa, segunda en dos años. El Bayern es mucho equipo y lo demostró, pero los de Simeone nunca se arrugaron y nunca dejaron de creer, por eso estarán el 28 de mayo en la final de Milán.
Hubo muchos protagonistas, pero en el Atlético, uno con mayúsculas, Jan Oblak. El portero tuvo su noche más estelar, por lo menos, la de más trascendencia. Si su valor de mercado se incrementado, en el Allianz subió exponencialmente. No sólo se multiplicó en sus paradas, sino que además paró un penalti a Müller, en la primera parte.
Los de Guardiola fueron un vendaval, un ciclón, un huracán, cualquier fenómeno que implique que corres peligro, pero el Atlético, como una sociedad de hormigas perfectamente conectada entre todos sus miembros, sobrevivió a la tormenta.
Marcó primero el Bayern, con un gol a regañadientes de Xabi Alonso que golpeó en Giménez y despistó a Oblak, pero en la segunda mitad empató Griezmann, tras una maravillosa asistencia de Fernando Torres. Todo lo bien que lo hizo en ese pase, lo pudo tirar por la borda en el penalti que falló ante Neuer, y que hubiera supuesto un 2-2 definitivo, después de que Lewandowski volviera a poner el Bayern por delante.